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domingo, 30 de marzo de 2008

PETE LARGO EN RESIDENCE (29-3-2008)



PETE LARGO EN RESIDENCE (29-3-2008)

Ya lo decía Manu, al final del concierto a micrófono abierto: Pete y yo nos conocimos por la calle; él me presentó a sus perros y yo le presente a mis padres. Es una buena manera de comenzar. Es consecuente la manera de entender el rock and roll, como una peregrinación de ciudad en ciudad y de garito en garito, solamente con lo puesto: las guitarras colgadas del hombro, los timbales siempre machacados de tanto baquetear.

El concierto que vimos ayer fue algo muy especial. Hubo una sensación monocorde durante las casi 2 horas que duró el concierto. El sonido de la guitarra era una mezcla entre Johnny Winter y David Gilmour. El blues que practican no es nada habitual. Un ritmo incansable, punteos sin fin, todo tipo de efectos de pedales –flanger sobre todo-.

Hubo un momento que me emocionó bastante; fue la excelente versión de “Little Wing”, una versión estratosférica. Además de la versión del blues compuesto por Jimi Hendrix –Red House-, una versión más corta que la versión que practicaba Jimi en directo.

Lo que fue una verdadera pena, fue el estado vocal del cantante, muy castigado por los elementos, las giras, el alcohol y el tabaco. Lo que es seguro es que la gente que estuvimos escuchándoles, no viéndoles –porque era imposible ver nada-, tuvimos el privilegio de ver a estos alemanes hacer un bolo redondo, lo que se podría calificar como un mantra en forma de blues; tranquilamente podría haber entrado en trance.

La base musical, indudablemente es el bajista con su forma insistente de tocar, sin perder el hilo, y adornándose con arreglos típicos de rock progresivo, al estilo de Uriah Heep. El baterista en la línea de lo que todo aprendiz de baterista debería saber en todo momento: sobriedad y nunca perder el ritmo, y un sonido limpio.

Hubo otra cosa curiosa: el sonido de las dos guitarras estaba descompensado. La guitarra rítmica se oía mucho menos que la guitarra solista, aunque pude adivinar también posibles riffs del guitarrista acompañante, con los que me divertí bastante. La gente siempre suele atender a los excesos guitarrísticos del solista, pero sólo es un adorno. Hay cosas en el fondo que determinan el resultado final de la música. Y en este caso, lo verdaderamente determinante fue la parte rítmica, excelente. Mucha andadura veo en este grupo, esas canas del bajista y esos lingotazos de Brandi y de Coñac ayudan mucho a tener esa visión mítica del mundo de la carretera.

1969 fue el inicio, según he leído en la página oficial del maestro Pete Largo. Y 2008 es la digna continuación. Y desde luego, donde quiera que vaya, hará amigos, sin duda. Se dejan querer.

Por allí se dejaron ver Iñaki López, que no llevaba el jersey de su programa de ETB, iba más discreto, siempre acompañado de los rockers que se montaron una pequeña fiesta rocker después del concierto. Había músicos, freaks, pintas de Guinness, algún paquete de Habanos encima de la barra, y alguna botella rota, y los diferentes microclimas del Residence, según te acerques o te alejes del aire acondicionado, te pongas o te quites la chaqueta, y un clima tropical en el servicio, sólo faltan los mosquitos…
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